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Jorge Grippo

Cómo es la dieta del mango africano, segunda parte

El mango africano actuaría como un “quemador de grasas”: acelera el metabolismo, estimula al organismo a quemar calorías, y contribuye con la pérdida de peso de manera natural, eliminando el exceso de grasa corporal con mayor rapidez. 

El apetito es controlado por una hormona que el organismo humano produce de manera natural; esta hormona, la leptina, se encarga de “informar” al cuerpo que ya se ha comido lo suficiente. Cuando se aumenta de peso, los niveles de leptina disminuyen en gran cantidad. Por esto, las ansias de comer aumentan dramáticamente y llevan a comer cada vez más, en una suerte de círculo vicioso, muy difícil de interrumpir. Algunos estudios clínicos afirman que la fruta de la que estamos hablando aumenta naturalmente los niveles de leptina presentes en el organismo, lo cual, por lo que se ha dicho, disminuye el apetito para llevarlo a límites razonables que permitan seguir una dieta equilibrada. El mango africano, al parecer, también retrasa hasta cierto punto los procesos digestivos del organismo, lo cual puede significar que se prolongue en el tiempo la sensación de saciedad y, por lo tanto, se coma menos. El mango africano es una gran fuente de fibra, la cual actúa como un laxante natural que ayuda a deshacerse con mayor rapidez de los residuos corporales. Esto, a su vez, asegura la “limpieza”, la desintoxicación regular del organismo. Un consumo adecuado de fibra es importante para poder sostener un funcionamiento correcto de las actividades fisiológicas. Muchos nutricionistas ya recomiendan introducir el mango en nuestra dieta diaria. No obstante esto, siempre es importante destacar que, aunque el mango africano sea una gran ayuda para bajar de peso, no debe ser más que, precisamente, una ayuda; nunca hay que convertirlo en el remplazo de un régimen equilibrado y con ejercicios diarios. De esta manera, los resultados serán más integrales y duraderos.

Ver también: Cómo es la dieta del mango africano, primera parte

 

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