La obesidad es una perturbación de la salud, caracterizada por un gran aumento del depósito de grasas en el organismo; esto se manifiesta, por supuesto, en un incremento del peso corporal.
La llamada “obesidad mórbida” es una forma extrema de esta enfermedad, muy resistente a tratamientos médicos; también se la conoce como “obesidad clínica severa”, y se la asocia con gran cantidad de enfermedades, y un notorio y comprobado descenso del promedio de vida de los que la padecen.
Causa discapacidad, minusvalía, baja autoestima, exclusión social; el enfermo se aísla voluntaria o involuntariamente (a veces, porque ni siquiera puede moverse de un sillón o de su cama).
Actualmente, la obesidad es el más grave problema nutricional de los países desarrollados (que va desde un 3% en Japón hasta un 45-50% en Estados Unidos). En este país, un 4,7% de los hombres y un 7,2% de las mujeres de entre 21 y 75 años padecen la variedad mórbida de este problema.
El índice de masa corporal (IMC) es un buen indicador para los distintos tipos de sobrepeso y obesidad (calculado sencillamente, equivale al cociente entre el peso del individuo, en kilogramos, y la altura, en metros al cuadrado). Así se pueden distinguir:
Normalidad IMC = 20-25/27.
Obesidad grado I IMC = 27-30.
Obesidad grado II IMC = 30-35.
Obesidad grado III IMC = 35-40.
Obesidad grado IV IMC > 40.
Esta última es la llamada “obesidad mórbida”. El concepto también se aplica a pacientes con un sobrepeso superior al 100% del peso ideal o que lo superan en más de 45 kilogramos.
Recientemente se ha acuñado también el término “superobesidad”, para aquellas personas con un IMC mayor de 50, o un sobrepeso superior al 225% o bien de más de 90 kilogramos.
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